miércoles, 22 de diciembre de 2010

Aromas-Pensamientos

Ejercicio de clase de Enseñanza y Aprendizaje de Dibujo. 

Consistía en dibujar, sobre un A4 (un folio normal y corriente) y con un rotulador negro y poco más, lo que nos evocara un breve texto del escultor Eduardo Chillida. Es decir, tratar de pasar el escrito al dibujo para que luego otra persona que no conociera el texto pudiese captar el mensaje del mismo a través del dibujo. Los textos fueron extraídos del libro de Chillida "Aromas-Pensamientos" y me tocó al azar el siguiente:

El artista sabe lo que hace,
Pero para que merezca la pena
Debe saltar esa barrera y hacer lo que no sabe,
Y estar en ese momento más allá del conocimiento.
El arte para el artista es una pregunta
¿es la sucesión de preguntas nuestra respuesta?

Y, a continuación os enseño el proceso del dibujo que hice y su resultado final. ¿Opináis que refleja el mensaje del escultor?

Fase 1: Boceto a lápiz.
Fase 2: Tinta.

Fase 3: Resultado final.


domingo, 19 de diciembre de 2010

No me gustan los domingos

Esta es una entrada escrita sin prever ni pensar.

No me gustan los domingos. Pero no todos los domingos. No me gustan los domingos en los que paso todo el día solo. Los domingos en los que quisiera divertirme como hace la gente normal, como hacen las parejas normales. No me gustan los domingos en que interpretas mi necesidad de pasarlo bien CONTIGO como una pérdida de tiempo, porque hay muchas cosas objetivas que hacer. Siempre hay muchas cosas que hacer, necesarias, según tú. Lo soportaba como algo pasajero. Pero me doy cuenta de que encadenas obligaciones. Hay quien necesita un ayudante y un secretario, en lugar de un amigo o una pareja.

Me meto en la cama. Llegas y te quedas impasible. Te da igual.

No me gustan esos domingos.

No me gusta este domingo.

Y ahora, decidme que soy un pesimista, sólo por lo que os he contado en esta entrada. Juzgadme.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¿Qué estoy haciendo ahora?

"No quiero salir de aquí" fue lo primero que pensé esta mañana (sobre las 7:00) en la cama. Hacía frío y pensar en que tenía que acudir al Inem a resolver papeleos me impidió disfrutar del remoloneo diurno en el colchón.

Mi intención era estar temprano en la oficina, para no desperdiciar toda la mañana en una cola. Me reservo mi derecho a desperdiciar la mañana a mi manera, y no en "estilo impositivo". Salir a la calle fue un duro golpe: instantáneamente me empezó a doler la nariz y el agujero que con tan mala fortuna me fui a hacer en la oreja (que anda regular de lo suyo, aunque mejorando, gracias) por culpa de los 4ºC. Mientras caminaba deprisa, me visualizaba esperando en la especie de plaza-parking en la que se encuentran las oficinas del Inem y SAE, muerto de frío y aburrido, autocompadeciéndome una vez más. Afortunadamente, pensé, llevo libros para leer, para hacer mi tiempo más entretenido y productivo (no era una novela lo que llevaba, sino un tratado de arte posmoderno). El hecho de llevar ese libro me hizo sentir un perroflauta torturado, teniendo en cuenta que además llevaba mis guantes sin dedos de "indigente chic" y un pañuelo "outsider". Quería llegar, pero temía hacerlo. Imaginaba la plaza oscura, helada, triste, pero era mi meta, era para lo que me  había levantado hoy.

Una vez en mi destino (fui el segundo en llegar, a las 8:00; la oficina abría a las 9:00) me di cuenta de que el frío mantiene a los parados en sus casas a no ser que lo que tengan que resolver en ese lugar sea de económica vital importancia. 

Me acomodé como pude y empecé a leer, esperando que el tiempo pasara rápido, fantaseando con mi cama (aunque la adivinaba vacía y congelada). Intentaba concentrarme, pero mis cuartos traseros se congelaban sobre el escalón, acompañando en su gemido tenue a mi nariz, dedos desprotegidos y agujero en el cartílago. 
Y, de repente, me di cuenta.

MAL. Lo estaba haciendo mal. Y mira que ya me había/n soltado esta cantinela antes. 

No estaba viviendo la situación presente. El presente intentaba llamar mi atención, congelándome, impidiéndome leer y pensar con claridad. El presente era el frío, la plaza, la espera, la oficina con funcionarios dentro que temían la que se les avecinaba. Desde que me había levantado, todo lo que había hecho era visualizar este momento, vivirlo antes de que llegara. No disfruté del desayuno, ni de la cama, ni del amanecer (que fue precioso, de esos con nubes desgarradas y cielo rosa, propio de una novela novecentista), ni del paseo, ni de nada. No viví el presente, el ahora, y eso era lo que pretendía repetir mientras esperaba a que la oficina abriera. Y mira que la teoría me la sé

Entonces guardé el libro, me puse de pie y miré a mi alrededor. Vi a gente triste, a gente impaciente, a gente que miraba al suelo, a gente que miraba la puerta, a gente que se comía las uñas. Me vi a mi mismo, en la puerta: parecía un gorila de seguridad, con mi chaquetón de nieve negro, botas y guantes y cara de circunstancias. Empezaron a aparecer más personas, que no sé si eran "nuevas" o si llevaban allí más tiempo formando parte del paisaje de siluetas tristonas que me rodeaba. Y aparecieron multitud de niños con gorros hasta las cejas y niñas con faldas escocesas y lazos en las coletas, que eran urgidos por sus madres vestidas de marca (con esas ropas que son caras pero que no lo parecen, no sé si me explico, pero que todos sabemos que son caras). Y vi a más vecinos de los pisos que rodeaban la plaza y temí resultarles vulgar, en la cola del paro, pasando frio... pero no importaba nada, porque ellos no vieron a nadie, a fuerza de costumbre o de no querer ver.

Y oí que alguien me trató de usted. Y una señora me pidió la vez. Y una máquina de aire acondicionado empezó a gotear sobre alguien que gritó. Hice un comentario y alguien lo secundó. Y otra persona rió, y uno que escuchaba su mp3 me miró impasible pero sin verme.

Por un momento me asaltó la idea de que vivir el presente implica salirse de la escena y observarlo todo desde fuera. Te ves a ti mismo viviendo el presente, rodeado de gente que quizás no lo viva, como tú hace unos minutos escasos. Eso me hizo sentir que estaba y no estaba acompañado a la vez. Estaba y no estaba allí. ¿El frío coloca? Sentí lo que deben sentir aquellos que se dan cuenta de que están siendo víctimas de una broma por parte de un programa de televisión y grita "vale, sé que esto es una broma, ¿dónde está la cámara?". Lo vulgar, lo ordinario, lo corriente... quizás no lo valoremos lo suficiente pero tiene una belleza rara.

Me encantaría cerrar este post con una frase lapidaria que invite a la reflexión, pero no soy escritor. Sólo podría invitaros a que os preguntéis:

"¿Qué estoy haciendo ahora?"

sábado, 4 de diciembre de 2010

Videobitácora

Esta ha sido una semana en la que me ha impactado considerablemente una serie de vídeos. No tengo ganas de hablar en absoluto, así que os los pongo y vedlos si os apetece y tenéis paciencia (algo difícil en fin de semana y puente; está demostrado que la gente visita mi blog en horas de trabajo, cuando no hay nada mejor que hacer):

"Pastillas para el dolor ajeno". Realmente hacen falta...


"Educación en valores". Me reí mucho al ver este vídeo, pero luego me arrepentí. Desde luego, si en lugar de ser hijo biológico, ese padre lo hubiese querido adoptar, se lo habrían puesto muy difícil. Pero mucho más fácil que a mí.


"It gets better", de la gente de Pixar. Confío en que podáis entender qué dice, porque viene muy a cuento. Para más información, pinchad aquí.


Y una alegría que me he llevado: La Casa Azul sacará disco nuevo y ya ha avanzado 2 temas. ¿Más de lo mismo? No lo sé, habrá que ver el álbum completo, pero estas canciones nuevas me hacen supurar la bilis que llevo guardando unos días. Este grupo me aporta unos momentos de exaltación que no me los da otro.


Otro día que tenga más ganas de hablar os contaré que he tenido dos exámenes esta semana, que un profe me ha felicitado por mi trabajo, que he empezado el módulo específico (apartado del resto de compañeros de otras especialidades, en otro edificio, y rodeado de arquitectos que van en pack) y que estoy harto de obras y de levantarme solo cada mañana, permanecer solo hasta las cuatro de la tarde (de lunes a jueves), volver a estar solo a partir de las 21:30 pm, y meterme en una cama vacía (en la que a veces siento una presencia muy pasajera, pq al despertar ya no está ahí).

Uno puede ser optimista, pero cuando se levanta helado un día de fiesta en una cama demasiado grande, escuchando los gemidos orgásmicos (apostaría que fingidos) y exclamaciones de película porno (muy fuera de contexto, creo) de mi vecina y viendo que lo único que me apremia a levantarme es poner una lavadora, hacer trabajos para el master y tomarme un sobre para el dolor de garganta... pues ya me diréis. Afortunadamente estoy solo, como digo, y nadie me juzga ni pretende animarme.

Si puedo, mañana me voy a casa. Mi presencia aquí se justifica únicamente para hacer de chofer, chico de los recados, y ama de casa.

¡Felices días festivos!
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