domingo, 29 de mayo de 2011

HASTA LA JIGUERETA

Estoy HASTA LA JIGUERETA de que:
  • se dé por hecho que estoy a la disposición de todo el mundo.
  • la gente piense que mi tiempo es para ellos.
  • mi tiempo no tenga ningún valor.
  • no se me respete como profesional: ni como arquitecto ni como profesor.
  • perder el tiempo tratando de quedar bien, de ser encantador, de aguantarme las ganas de matar.
  • tener que justificar lo que pienso y lo que digo en todo momento.
  • me pidan explicaciones sobre mi estado de ánimo en lugar de simplemente darme un hombro sobre el que llorar.
  • cualquiera venga y me diga lo que tengo que hacer.
  • perder el tiempo haciendo trabajos universitarios absurdos que han demostrado ser un mero trámite.
  • posponer mi felicidad para cuando "termine la carrera", "trabaje", "apruebe las oposiciones", etc.
  • todo lo que haga sea inútil, no conduzca a nada ni me aporte satisfacciones a corto y medio plazo.
  • tenga que ser todo de esta manera.
Desde aquí inauguro este movimiento reivindicativo por un trato más justo, por más aceptación por parte de la sociedad, por un trabajo digno después de tantos años de estudio en los dejamos de lado muchas cosas para nada, por unos políticos que nos representen, para luchar contra la desidia que cada vez cobra más fuerza en nuestra vida. Si estás harto de injusticias. Si estás hasta los cojones, hasta la punta del nabo, hasta el chichi HASTA LA JIGUERETA.

Descárgate las imágenes, córtalas y pégalas, repártelas entre tus amigos, tu familia, tus compañeros de trabajo o de estudios, los mozos de cuadra... o simplemente no hagas nada, pero deja ya de dar por culo y de quejarte para nada y disfruta viendo como escupo mi bilis una vez más sobre el mundo 2.0.




miércoles, 18 de mayo de 2011

Chico B-busca A-amigos

El chico de la Ciudad B se mudó a la Gran Ciudad A por motivos de trabajo. Se trataba de algo normal, ya que la Gran Ciudad A ofertaba puestos de trabajo de sobra para toda la provincia de la que no era capital, pero si era Ciudad A, o mejor dicho, Gran Ciudad A.

El chico de la Ciudad B (a partir de ahora "Chico B") se relacionaba con mucha gente en su trabajo. Los trabajadores de la Gran Ciudad A eran altos y guapos por el mero hecho de haber nacido en la Gran Ciudad A. Tenía compañeros de otras ciudades (Ciudad B Norte, Ciudad B Este, Ciudad BB, e incluso de Ciudad C y Ciudad D -más pequeñas e insignificantes aún que su modesta Ciudad B-). Resultó que el Chico B pensaba que era cosa natural hacer amigos en el lugar de trabajo. El Chico B era joven e inexperto en aquella época, perdonémoselo, y decidió firmemente entablar relación con los ciudadanos A, B, C y D. Curiosamente, fue muy fácil hacerse amigo, o al menos, llevarse bien con los de las ciudades B, C y D, pero no así con los de la Gran Ciudad A. Estos eran esquivos, parecía que o bien te miraban por encima del hombro al observar tu estigma de neociudadano A o bien preferían centrarse en sus amigos de todas la vida, todos ellos dignos socios, digo, ciudadanos de la Gran Ciudad A.

Sin embargo, los ciudadanos de la Gran Ciudad A eran los que más requerían al Chico B para que les sacara las castañas del fuego. El Chico B ayudaba a todos, hacía favores, llevaba a cabo largas horas extras debido a que "no tenía una familia ni amigos a los que atender" en la Gran Ciudad A, no como los ciudadanos A, gente de bien con una vida social muy intensa. Recordemos que el Chico B era joven e inexperto, además de un gilipollas.

Tras dos años, un buen día, el Chico B se fue de su trabajo. La crisis afectó también a la Gran Ciudad A, lamentablemente. Por ello, el Chico B volvió a su pequeña Ciudad B, con su familia B, sus amigos de la infancia B y con su realidad y vida B. Todo era digno, pero era B. No pasaba nada, el Chico B se sentía feliz en casa. Inocentemente, trató de mantener los pocos vínculos amistosos con los compañeros de la Gran Ciudad A, pero fue inútil. Los ciudadanos A tenían una memoria bastante limitada en lo que se refería al afecto con los Ciudadanos B. "Te echaremos de menos" dijeron cuando se fue. Y él lo creyó, al fin y al cabo la gilipollez no se cura en dos años.

La vida dio mas vueltas, y el Chico B, un año después, más viejo pero igual de cándido, tuvo que volver a la Gran Ciudad A a proseguir con sus estudios. Y una vez más, trató de hacer amigos A, nuevos, brillantes, lustrosos. Incluso trató de localizar a sus antiguos compañeros-pseudoamigos A, pero sólo pudo reencontrarse con sus viejos conocidos B, C y D, que sí habían mantenido un leve B contacto B con él durante su estancia B en la Ciudad B. Los chicos y chicas A estaban muy ocupados con sus labores y relaciones A. El Chico B comenzó a percatarse de la situación, por lo que se sintió menos imbécil.

Sin embargo, como el Chico B era muy sociable, comenzó a relacionarse con gente A en su Máster. Esta gente A no tenía coche (ni A ni B), pero como el Chico B sí tenía se ofreció a llevar y traer a los chicos A a la facultad, que estaba en la Ciudad C. Sólo les pedía un dinero irrisorio para gasolina, algo que los ciudadanos A pagaron encantados, ya que les salía mucho más barato que el tren A.

Y el tiempo transcurrió feliz. Los chicos A solían tener problemas emocionales y de estado de ánimo. El Chico B, no se sabe por qué razón, era optimista, y se dedicaba a ayudar a los chicos A (siempre en los trayectos en su coche, ya que, por alguna extraña razón, no podían quedar nunca con él si no era para el máster). Si el Chico B se sentía mal, o bien se callaba o le callaban, ya que los temas académicos A eran más interesantes que los problemas B del Chico B.

Y llegaron las fiestas de la Gran Ciudad A, que se desarrollaban durante una semana A. El Chico B, una vez más, gilipollas como el solo, creyó a los chicos A cuando le dijeron "Tenemos que quedar para ir a las Fiestas A de la Gran Ciudad A". Pero los días iban pasando y los chicos A estaban demasiado ocupados con sus planes sociales A con otros amigos A de su infancia A en la Gran Ciudad A. El Chico B sólo se reunía con gente del máster A que provenía de otras ciudades B, C y D. Estos, a diferencia de los A, siempre estaban dispuestos a ver al Chico B, a escucharle, a hablar con él sobre cosas B como su vida B e inquietudes B, supongo que porque eran las mismas que las suyas.

Pero llegó un día en el que el Chico B se dio cuenta de todo y lo gritó al aire 2.0 (además de gilipollas, cobarde) y hubo gente A 2.0 que se dio por aludid-A. Y se rasgaron sus vestiduraAs y le recriminaron al Chico B el ser un insensible-B y un mentecato y un gaznápiro.

Y el Chico B pensó "me vais a comer todos la polla por turnos" "creo que tengo razón", y decidió desahogar un poco su frustración B escribiendo en su BBBBBBlogBBB. Y se dio cuenta, con tristeza, que por más que se empadronara en la Gran Ciudad A nunca podría ser uno de ellos, ya que no tenía "experiencia ciudadana A" ni opciones a conseguirla. Y se sintió infinitamente gilipollas por un momento, para luego peerse ruidosamente y gritar al aire: "¡Os lo BBBBBBrindo a BBBosotros BBBBichos AAAAAntipáticos!"

miércoles, 11 de mayo de 2011

Astenia

Llevo una temporada en la que me siento triste, apático y cansado. Quiero creer que es por la primavera. Siento que los días pasan iguales y que poco o nada me entusiasma. A veces, es como si se me estuviera formando una pátina gris sobre mi carácter. 

Por supuesto, y para no fallarle a la costumbre, trato de analizar el porqué de mi estado de ánimo. Quizás sea el Máster, que me ha confirmado con creces ser el mero trámite burocrático que temía. O puede que simplemente esté aburrido al sentirme desaprovechado, sin nada que me realice. Trato de hacer cosas, me meto en mil "fregaos" con la esperanza de animarme, de buscar un aliciente, pero al final todo resulta anodino. También pienso que puede que sea por llevar desde diciembre de 2009 sin trabajar, sin sentirme útil fuera de "mi" casa. Pienso en el verano que me espera, estudiando para las oposiciones, para jugarme mi futuro a todo o nada, sin nada que me garantice que saldrá bien o mal: lo único que tengo claro es que sigo alargando esta inopia laboral, sigo esperando. O podría ser que me siento viejo. Cada vez me apetece menos salir "a divertirme", y cuando lo hago, tampoco es que me lo pase tan bien como lo hacía antes. ¿Es esto el motivo o el resultado de esta apatía?

Pero claro, esto no queda ahí. Si no siento nada concreto, o lo suficientemente grave como para considerarlo problema, si es solo ABURRIMIENTO (de mí, de mi situación, de mi entorno), no puedo mostrarme triste. Y entonces me pongo la máscara. Y pretendo alegrarme, inducirme alegría mediante el truco de libro de autoayuda que consiste en provocarte estados de ánimo fingiendo tenerlos: por insistencia, de tanto querer parecer alegre, acabas alegrándote. Hay quien se da cuenta. Algún gesto que no corresponde con lo que digo. Cierta dosis de histrionismo o exceso de entusiasmo poco creíble... Pero el Pz no se da cuenta. Y me desahogo, y le digo lo que me pasa, que no tengo ganas de nada, que no quiero divertirme pero tampoco quiero quedarme en casa porque se me caen las paredes encima, que tengo trabajo que hacer pero no quiero hacerlo, que incluso me aburre lo que veo en el espejo: pero él sólo detecta bipolaridad en mí. Y eso me asusta, ésas son palabras mayores. No comprende que me siento tal y como le cuento. Él sólo ve que estoy bien, y de repente no. Vale.

Me acuesto. Suena el despertador. Decido no levantarme. Duermo, pierdo el tiempo, escribo en blogs, voy al gimnasio a no pensar, me "autorrealizo" haciendo pasteles que luego apenas pruebo, trato de serle útil al Pz o a quien sea de mi entorno. Pongo buena cara, me digo "aquí no pasa nada, es una especie de menstruación mental pasajera" y hago cosas. 

El problema no es que a veces me quede mirando al vacío embobado, el problema es que, a veces, os dais cuenta.

lunes, 9 de mayo de 2011

¡Aerobithón!


Estoy muy entusiasmado y orgulloso de mí mismo por haberle echado cojones tenido valor y haberme presentado al XVI Aerobithon Ciudad de Jerez, celebrado el sábado. Me planté en mitad del aparcamiento exterior del Corte Inglés, con to la solana (y solito, lamentablemente, ya que el Pz no pudo venir) y "lo di todo", como dice una compi del máster. Casi dos horas y media haciendo aeróbic, iban desfilando los monitores de diferentes gimnasios con su coreografía correspondiente (salsa, aerojazz, funky...) y yo, feliz como una perdiz. No me esperaba tener tanto fondo físico, menos mal que la vida saludable da sus frutos!

Bueno, pues al final logré clasificarme en el puesto 15 (llegué a la semifinal), un poco más me planto en la final con los 10 mejores... pero vaya, que era lo último que me habría imaginado, teniendo en cuenta que era la primera vez que me presentaba a algo parecido. Pero, insisto, estoy más entusiasmado por haber podido aguantar tanto (sin estar con la lengua fuera) que por el puesto.

Esta entrada es abiertamente egocéntrica, ególatra, y todo lo egoloquesea, pero no está mal un poco de autoestima, especialmente cuando estamos rodeados de personajes que están encantados de haberse conocido y que se vanaglorian por lo más mínimo.

PD: Fan del 3º clasificado. Y por muchos motivos...

domingo, 1 de mayo de 2011

Nuevo colaborador de Apoyo LGTB



Desde hoy soy nuevo colaborador del blog Apoyo LGTB, que ha sufrido un proceso de renovación y mejora, y entre cuyas medidas al efecto se encuentra la inclusión de nuevos redactores.

Estoy muy contento de que me hayan dejado participar en un proyecto que pinta tan bien. No sé si luego no daré abasto con tantas cosas que tengo que hacer, y es por ello por lo que dudé bastante si "mandar mi CV" al creador del blog, pero al final me animé. Me gustaría aportar mi granito de arena a todos aquellos que, como yo en su momento, pasan por una época difícil de autoafirmación sexual, llena de dudas y con la sensación latente de estar solos e incomprendidos. No soy psicólogo ni un experto que tenga consigo todas las respuestas, pero imagino que algo podré aportar, aunque sea mi propio punto de vista. Me gustaría que la mayoría de mis posts en ese blog sean un poco más livianos, para "tomar aire", para reirnos de una realidad que a veces sólo se presta a que nos lo tomemos todo con menos transcendencia, pero sin caer en la banalidad. Aún no sé cómo lo haré, pero ganas no me faltan de colaborar.


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