martes, 31 de julio de 2012

NO-Día

Pasos para cocinar un día de frustración, a partir de ahora "NO-Día":

  1. Levantarse físicamente cansado debido a una sesión devastadora de ejercicio para liberar estrés. El estrés se medio libera, pero el agotamiento permanece varios días.
  2. El cansancio físico se mezcla con el mental. Empiezas a revisar los emails de ofertas de trabajo en el extranjero y compruebas que sigues sin recibir respuesta por parte de otras solicitudes enviadas. Sientes hastío.
  3. Ante la necesidad acuciante de desahogo, entras en las redes sociales, donde Twitter ocupa un puesto relevante. Te revuelcas en autocompasión delante de extraños y tratas de justificar tu malestar ante la opinión ajena (y que, por ello, no debería ser de tu interés). Lejos de relajarte, has retroalimentado tu frustración y estás peor. Craso error.
  4. Recuerdas que necesitas comprar algo con relativa urgencia/hacer un recado para otra persona que sabe que "tienes mucho tiempo libre por las mañanas". 
    1. Coges el coche y hay atasco. No encuentras lo que buscas después de perder horas.
    2. Coges la bici y tienes problemas del tipo: se sale la cadena varias veces, se pincha la rueda, de descoloca el manillar. Es una bici nueva, pero tú eres un gafe. Ah, por cierto, tampoco encuentras lo que estabas buscando. Y sudas mucho porque la temperatura sobrepasa ampliamente los 32ºC de media.
  5. Vuelves a tu casa. Escribes este post mientras te visualizas defecando sobre varias cabezas que no son la tuya. Deberías haberte concentrado en estudiar inglés o seguir echando CVs en despiadadas empresas extranjeras que consideran que todo lo que venga de España es mierda con pelos.
Recomendación ante un "NO-Día": date un premio, aunque sea una tontería. Yo hoy me he autorregalado un libro barato, aunque creo que me va a sentar regular su lectura: "Simiocracia", de Aleix Saló.

Y esto lo he escrito como casi todo lo que escribo por aquí, sin pensar y conforme se me va ocurriendo, sin un plan determinado. Como dice el propio Saló en el libro, "considerándome un autor bastante mediocre, y siendo éste un momento histórico lleno de incertidumbres [...], la única vía que veo segura es la de la improvisación".

lunes, 30 de julio de 2012

Sudor

El sudor que resbala por mis brazos me confirma que quizás me esté pasando. Ciertamente, encontrarme en esta situación tan extenuante acaba pasando factura al cuerpo. Pero, aunque mi físico me pida un respiro no puedo parar. Ahora no, aún no, sé que aún puedo soportar mucho más.

Mi cara se acerca al suelo en una postura que no es natural... y por ello, es efectiva. Noto que todos mis músculos se contraen y se relajan rítmicamente, siguiendo una lógica interna que al principio fue definida por mí pero que luego se escapó de mi control. Realmente siento que es mejor así, abandonarse, no pensar. Es más, creo que estoy pensando demasiado. Debería dejarme llevar, como los otros.

Aún estando en una situación tan vulnerable, completamente entregados a nuestro quehacer, no podemos ponerle fin, al menos por ahora, aunque el cuerpo es sabio y determinará cuando parar. El papel de la marabunta que nos rodea también es ése, el de determinar cuándo y cómo utilizar los resquicios que nos dejan libres, ya sea de manera consciente o por descuido.

Descuidos... déjate llevar, sigue los designios de tu cuerpo y del ritmo ajeno, pero reserva una pequeña parcela de tu mente alerta. Mirando también se aprende, y más aún teniendo en cuenta nuestro amplio número. Las caras se contraen por el esfuerzo, aunque sus expresiones dejan entrever un placer complejo y casi indefinible. Todos hemos venido a lo mismo y nuestras reacciones son similares. No me atrevería a decir que seamos un banco de peces, pero hemos aprendido a coordinarnos. Nadie nos ha enseñado ni hemos practicado, y a pesar de eso mantenemos un equilibrio delicado pero efectivo.

No todo es visual, evidentemente. El oído se agudiza como respuesta a la situación, la esfuerzo, al calor... y a lo divertido que resulta aunque cueste mucho, como delata nuestra transpiración. Y se escuchan golpes secos, cuerpos que se dejan caer, violentas carcajadas y gemidos ahogados. A veces, es solo la suma de respiraciones aceleradas, jadeos ajenos que se funden con los que mi cuerpo emite independientemente de mi voluntad. Y de fondo, siempre de fondo y cada vez más fuerte, el timbal sordo de mi corazón retumbando en mi cabeza. Casi puedo sentir los latidos de los otros, aunque no los escuche. Parece que surge un nuevo sentido, mezcla del tacto y del oído, de carácter primario y animal, que permite percibir los sonidos internos, viscerales, de la muchedumbre que se agolpa. Hemos perdido lo que los psicólogos llaman la "zona íntima" del espacio que envuelve a nuestro cuerpo precisamente por estar todos tan juntos. Eso, lejos de incomodarnos, nos estimula aún más, como si compusiéramos entre todos un único cuerpo homogéneo que late, vibra y suda al mismo ritmo. Los peces nadan cada vez más cerca y se funden en un ser que no es un único animal mayor, sino algo más complejo e inquietante.

¿Qué fue de la ropa? Mucha quedó en el camino. La que permaneció en su sitio se ha pegado a mi piel, formando pliegues, valles y colinas que se suman a las que ya poseo en mi cuerpo de manera natural. La ropa empapada, si fuese capaz de razonar (aunque quizás razone más que yo en esta situación), admiraría su recién adquirido estado semisólido, su "mercurización", y disfrutaría ocupando intersticios y lugares que no son habituales. Esta segunda piel de mercurio adquiere vida propia y va dejando zonas desprotegidas al azar, contribuyendo a la sensación de vulnerabilidad que ya cité antes. Sé que puede que enseñe demasiada piel, pero como la barrera entre piel real y piel textil se ha volatilizado, eso ya no me importa. Nadie va a decir nada: está bien, muéstrame tu envoltura, estírate, ténsate, gime... pero no te preocupes de la ropa.

Dolor, esfuerzo, placer, extenuación, sudor, corazón desbocado, sentidos agudizados... todo llega a un extremo intolerable al cabo de cierto tiempo (¿qué hora es? En el fondo no importa, ahora solo manda mi reloj interno, mis entrañas magulladas) y me desplomo. De repente, me siento muy sucio, la vulnerabilidad ya no es agradable, sino algo que atenta contra mi yo racional. No quiero que me miren, aunque deseo quitarme la poca ropa que me queda encima y gritar "ya está, no puedo más, debo retomar el control de mi cuerpo, de mi vida". Afortunadamente, el resto de cuerpos siguen concentrados en su frenética actividad. Necesito agua fría, sumergirme en ella para volver a recuperar la estabilidad, volver a sentirme limpio y cuerdo.

Entonces salgo de la sala de fitness y me voy a los vestuarios del gimnasio para darme una ducha.

lunes, 2 de julio de 2012

Momento remember sin ninguna trascendencia

¿Ssssacordai de este post?

Pues el del pelo larguísimo que estaba delgadísimo y era agradabilísimo con las marujísimas del gimnasio de mi pueblo...

...ha ganado "Se llama copla - 2012".

¿Cómo te quedas? Muerta. De pasta de boniato. Me suda el mondongo. 


Desde aquí me gustaría felicitarle y desearle todo lo mejor para el futuro, que se reduce en: que la fama lo bueno dure. Y que salude y no le vuelva la cara a sus compañeros del gimnasio ni a nadie.

Ahora, sigamos con nuestras miserables vidas.



PD: Este post me sirve para exponer, de manera sutil, que estoy reviviendo el año 2010. La misma sensación de pérdida, de no saber qué hacer con mi vida, de oposiciones canceladas, de impotencia recurrente... Encima España gana el Mundial, digo, la Eurocopa.
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